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Jorman Gutiérrez: Paradises

Curator: Cristina Santa Cruz

HR PP.: Grace Grisolía

Croque Madame Petit Palais Recoleta,

Av. Callao 1540, 2nd Floor, Buenos Aires, Argentina

April — June 2024

Opening: MAY 20, 2024 · 6:00 to 8:00 pm

Monday to Saturday 9:00 AM to 11:30 PM.

Free entrance.

Existen rostros memorables. Rostros que nos miran antes incluso que podamos nombrarlos. Rostros que habitan la vida, los sueños. Y en cada uno de ellos, preguntas suspendidas: ¿quién seré yo en el reflejo de otro rostro? ¿Qué hilos invisibles me atan a ese gesto que no es mío, pero me pertenece? ¿Qué hechizo guardan los rostros que nos llaman sin palabras? ¿Y por qué, al encontrar una mirada ajena, sentimos que algo en nosotros se detiene… y despierta?

Para esta exhibición hemos seleccionado dieciséis impactantes obras originales en óleo sobre tela de mediano y gran formato —en su mayoría inéditas—, de altísima destreza técnica y dominio plástico, de sensibles líneas y detalles extraordinarios.

Eternas es más que una serie de retratos: es un diálogo silencioso y vibrante entre el mito, la historia y las emociones que habitan tanto al artista como a cada espectador. Es un espejo múltiple donde lo humano se manifiesta como idea, emoción latente y belleza profunda —una belleza que no busca agradar, sino conmover, y que atraviesa esta exhibición como una brisa invisible. Esa belleza que Percy Bysshe Shelley exploró como un espíritu inmaterial, como el espíritu de la belleza intelectual que penetra en el corazón humano, efímero y misterioso; esa belleza que no es visible en la naturaleza, sino que habita lo intangible; fuerza que desvela, que transforma, que nos roza sin tocar y que, promete, puede despertar —como en un susurro— la inspiración y la creatividad. Y hasta la inmortalidad.


 

Jorman combina la maestría de la técnica clásica —el dibujo armónico, el óleo preciso, la luz envolvente, la composición académica, la versatilidad de los tonos y los detalles minuciosos— con una mirada profundamente emocional, gestual, de sensibles trazos que combinan el pasado y el futuro en un impecable equilibrio armónico. Su obra es un viaje pictórico que atraviesa las eras y los lenguajes del arte: resuenan en ella los ecos solemnes de los grandes retratistas del Renacimiento, el virtuosismo del detalle barroco, la melancolía apasionada e irreverente del espíritu romántico decimonónico y, como un murmullo constante, el aliento encantado del realismo mágico latinoamericano. Sus rostros parecen surgir de un umbral entre lo real y lo imaginado, como si llegaran desde una dimensión paralela, donde la memoria, la fantasía, el deseo y el símbolo se entrelazan. Pero lo más fascinante —y quizás lo más sutil— es que, al contemplarlos, no solo sentimos su presencia… sentimos que algo, o alguien, nos devuelve la mirada en un encuentro silencioso. 

Los retratos femeninos de Jorman irradian una luz singular y resplandecen con su estilo distinguido, mientras entablan un diálogo sutil y reverente con la gran tradición de representaciones icónicas del arte universal: evocan la elegancia altiva de las Gibson Girls, el ensueño melancólico de Jane Morris en los lienzos de Rossetti, la serenidad trascendente de las madonnas leonardescas, la sensualidad ornamental de Mucha y las miradas cargadas de leyenda y duende de Julio Romero de Torres. Incluso, en su sentido de ícono contemporáneo, pueden rozar la frontalidad simbólica y enigmática de Warhol. Pero lejos de citar, Jorman transfigura. Con una técnica virtuosa y una sensibilidad vibrante, construye rostros que, más que retratados, parecen revelados desde el misterio —como si el alma se manifestara a través del óleo en su forma más íntima y atemporal, y la técnica clásica y la emoción contemporánea se fundiesen en un gesto único, sempiterno y profundamente poético.
 

Así, Eternas se ofrece como una experiencia estética que no sólo se contempla: se habita. Una invitación a sentir desde lo profundo. Es una galería de presencias, una constelación de hilos invisibles que permanecen, incluso cuando ya nos hemos ido. Efigies que no se desvanecen: nos acompañan, nos transforman. Porque estos no son solo retratos. Son umbrales, puertas abiertas hacia lo que fuimos. Y también, hacia lo que —si nos atrevemos— aún estamos llamados a ser.


De este modo, Eternas se convierte en una colección donde la belleza es, sí, persistente, pero también es inquietante, dulce, intensa, irreverente… y profundamente reveladora. Jorman, con su maestría y sensibilidad, nos demuestra que la figuración, la delicadeza, la armonía y la poesía son necesarias. Y que tienen una trascendental vigencia. 


Son eternas.


Cristina Santa Cruz
Curadora
 

Jorman Eternas CM 1600x900 px Banda Logo
Acerca del artista y
su obra
JORMAN, POETA PINTOR​

 

Aquellas noches, los bichitos de luz se confundían con las estrellas. 


Eran tantas las estrellas que la luz plateada de la Luna, grande en el centro del cielo, no las apagaba ni otros amaneceres antes de que el Sol amaneciera. Ninguna otra luz interrumpía el deslizarse del tiempo. El primer instante nacido para siempre de la insondable oscuridad donde no había Luna, ni estrellas, ni bichitos de luz y las flores miraban el horizonte a donde vuelve el Sol. Los conejos saltaban en la hierba. El fruto de la tierra y la verdura. Los flamencos, limones y naranjas. Hibiscus, cerezas y frutillas. Los gatos silenciosos duermen, hortensias, margaritas y claveles. Tazas, platos, elefantes. Rosas, flores atrapadas por redondos almohadones. Collares, jarras y jarrones. Niñas que preguntan y duermen entre azules flores. Abre el pequeño cofre, la maga sin antes ni después, mariposas, pájaros. Escondidos fetiches. ¿Serán ellos? ¿La maga? Los cinco jóvenes que olvidaron estrellas, lunas y luces plateadas. Ni de antes ni de aquellos después, ni tibios conejitos que cuidan a las niñas de un tiempo que cree que pasa, Jorman nos dice no olvidar que ya nacimos aquella noche oscura. Que ahora hay día, estrellas, luna y conejitos que sólo se esconden porque tienen miedo. Nos hemos puesto malos.


Llegó de un pequeño pueblo de Colombia un pintor, que no se olvidó de ser fiel a sí mismo. En ese pequeño pueblo colombiano el pintor nació hecho con el don que le fue dado. Es, un poeta que pinta. Trabaja sin perder el tiempo ni los días. Compone por instinto. No quiere ser, simplemente es.


En Jorman un sentir obedece a otro sentir, una forma a otra, un color al de al lado. Trabaja y nada más, no duda de los recuerdos que sostienen. Nada necesita ser explicado ni el antes ni el de ahora. Jorman necesita hacer. Recorre un camino que sólo se puede transitar con convicción. Su mensaje nos llega desde el límite.


En él hay una personalidad profundamente latinoamericana, su pintura muestra los antecedentes europeos que él conoce bien. En su paleta se dan de otra manera, vienen de lo más profundo.

 

Realidad transfigurada, ni Barroca, ni Romántica, ni Surrealista. Nuevo mundo, del ser latino, latinoamericano, que da lo real en desmesura, y el no querer, queriendo. Jorman respira Colombia, la que lleva en su existir. Con más años que los cien de soledad.


Antigua voz con la fuerza de ser. Jorman hace poesía pintada generosa y buena como la abundancia de esta tierra americana siempre renacida desde aquellos amaneceres antes de que el Sol amaneciera.

Guillermo Roux
Buenos Aires, Argentina
Diciembre, 2020

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